Volar

Volar con tus ojos cafés, escuhar tus labios piel recorrer mis miedos al ritmo del jazz y a los maullidos carmesí

Volar con tus miradas que se asoman por la ventana negra que se intriga con el sabor de su paleta helada: nuez o coco, el silencio te aturde, los sobrinos huyen al pacífico a refrescar sus sueños y a nadar sobre letras naranjas

Volar con tus signos lingüísticos hacia los ríos donde navega la barca creativa y dejar que vean los tatuajes que muestran la ferocidad de los viajes que haces en marzo cuando la presión de los pistones desiende y decides dar vuelta al timón

Volar a donde nadie recuerda tus cerrojos, tus enojos, ahora que tienes anteojos y estás rojo, rimar sin fin con la guitarra al atardecee y dar la mano a Rusia y a Ucrania, a Palestina y a Israel, al vecino y a tu corazón

Volar siempre volar con tu sonrisa que transforma y con las nubes amarillas que suavizan a Morgan, volar con las niñas morenas que tanto amas y con las águilas amigas del inframundo

Volar

Rolar

Amar

Volar

Caer

Comer

Roer

Volar

Caminar por tu voz

Caminar por tu voz que suena a Marley, observar tus miedos que caminan rodeados de moscas pesadas y que huyen por el drenaje

la fuerza de tus pies, encontrar en cada una  las caras migrantes, el hermano que llega con hambre, la madre que te necesita, dejar que tus miedos se vayan al ritmo de la música de los seres  luz que cantan con las luciérnegas mientras el azul de la tarde emociona a los girasoles rosas

fotografiar tu piel voladora risueña que se estremece con el pan electrónico que llega a recorrer los recuerdos del padre que dibuja sueños rojos

Encontrar bajo las nebulosas voces perfumadas por tu cumpleaños, los osos blancos te esperan en la cama, tus labios siguen una sombra, te sientas sobre países, corres certeramente hacia la música que emana del Iztacíhualt, los estafadores surfean amorosamente bajo la lluvia en marzo

Escuchas que el país tendrá elecciones, tu padre se ocupa, fumas tabaco arcoíris mientras en la motocicleta huyen candidatos reguetoneros que compran las calles de tus ciudades

Caminar por tu voz rallada, sentir tus versos taciturnos al regresar de París, mientras la gran  ciudad refleja sus armonías Belinescas

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