La vertiente creativa de Alejandra Villegas

CARINA PÉREZ GARCÍA
22/09/2013
Si la huella implica una pérdida, en el acto de escribir o describir se juega la posibilidad de perder el camino, tanto como la de encontrarlo. Construir sin darse cuenta y deconstruir con intención es parte del proceso de Alejandra Villegas, artista plástica oaxaqueña que ha tenido como constantes la no repetición, el perfeccionismo y la búsqueda.

La idea de que la obra no acaba de escribirse y que esta tiene una espiral por delante en su naturaleza creativa responde elocuentemente al camino de esta pintora. Con más un cuarto de siglo dedicado a la exploración, autodidacta y responsable de óleos, acrílicos, collages y gráfica, la creadora se sumergió recientemente, hace tan solo cuatro días, en la creación de un autorretrato que la dejó por demás satisfecha.

Es la búsqueda del otro, con una compañera constante: la pintura, sienta su gusto por el arte. El otro, el que co-crea a su vez la obra al mirarla o encontrarla, explorarla. En su declaración de intenciones, la artista sabe que las imágenes pueden ser tantas cosas y a la vez nada, no tiene personajes repetitivos, cada obra responde a su presente, al momento que vive y a la emoción que la dispone cuando tiene pincel o espátula en mano.

Alejandra Villegas, en entrevista, compartió que su primer acercamiento a la pintura lo tuvo apenas a los siete años, cuando uno de sus tíos la llevó al taller de un artista, ella contempló con ojos asombrados los colores, el paño, el olor a óleo, el caballete y la pintura vieja, ahí se enamoró, ahora no concibe a la pintura sino como su extensión, su sombra, su gemela.

Luego de renunciar a sus aspiraciones de adolescencia: la biología marina y la biología general, Villegas llegó a los 19 años al Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo donde comenzó a dibujar, ahí conoció una técnica espontánea, el monotipo, que le dio resultados inmediatos, a partir de ahí se dio cuenta de que era un lenguaje en donde tenía mejor voz y estableció una relación de por vida con la pintura, que para ella representa la libertad.

Luego de este primer acercamiento asistió a un pintor, quien le pagaba con material y ese fue el momento en el que empezó un ritmo de trabajo y comenzó su primera serie, para luego entrar a la Galería Arte de Oaxaca y más tarde plantearse estudiar la carrera en artes plásticas en Xalapa, Veracruz, donde solo estuvo un año. Esa etapa la recuerda como dura emocionalmente, pues no se acostumbró, quizá porque es hija única, confesó.

A su regreso a Oaxaca ingresó a la Escuela de Bellas Artes y al poco tiempo la dejó y decidió ser autodidacta. Desde entonces ha tomado cursos en diferentes disciplinas y en varias ciudades del mundo. Su exploración creativa la ha llevado a trabajar la cerámica y serigrafía, pero confiesa su evidente debilidad y pasión por el collage.

Afirmó que su pintura puede ir del hiperrealismo a lo abstracto, sus inicios emergen de ahí, pintaba células, el tema de la gestación fue evidente en sus primeros cuadros marcados por la experimentación. Ahora los protagonistas son sujetos que habitan un espacio, el movimiento, la ropa o los frutos de mil hojas.

Reconoce como influencias al simbolista austriaco, Gustav Klimt; al suizo Paul Klee; a los españoles, Miquel Barceló y Manuel Valdés Blasco «Manolo Valdés»; y en los retratos, al británico, Lucian Freud.

En búsqueda del lenguaje

«No he encontrado aún el lenguaje, es algo que me planteo todos los días, soy muy injusta conmigo, no me siento satisfecha con lo que hago, le busco errores… Es ese ejercicio, el quehacer de cada día que me motiva a buscar. Muchos me critican que sea muy camaleónica, que salte de una cosa a otra, de repente contesto y argumento que me aburro muy fácil, pero así es mi personalidad. Busco entre el realismo, el paisaje abstracto y luego me hago un autorretrato o pinto un árbol. Ese es mi argumento: el aburrimiento».

Alejandra, en esta exigencia y búsqueda, realiza series y series para elegir cuál pieza le gusta más y finalmente trabajar en ella. Manifiesta que a veces se siente estancada en sí misma y quizá esa sensación sea lo más cercano a la deconstrucción, al no tener pisos fijos y existir demasiada movilidad en sus elecciones o selecciones.

«No es social lo que hago, tampoco creo que sea autobiográfico, me interesa reflejar mi tiempo, pero tampoco pinto lo más amargo de mi vida; tampoco me interesa expresar una postura política. Trato de ser buena ciudadana y congruente, nada más.»

Villegas dedica esta etapa creativa a la realización de collages, además de continuar en su taller, con óleos y acrílicos; recientemente trabajó la cerámica y gráfica, proceso que refiere y defiende como divertido en su exploración plástica. No descarta hacer escultura o incursionar en el textil, algún día.

Al pintar, Alejandra prefiere rodearse de música, sus plantas y sus perros, ha adoptado a 11 en total. Es amante de la jardinería y tiene especial gusto por el jazz, el blues, la música clásica y la ranchera antigua.

En esta tarea que eligió sabe que el compromiso y el trabajo son fundamentales. Lo tiene claro, conciente y lo defiende como suyo. Basta un asomo a su obra para conocer su universo, o tan solo la entrada a él, porque todo el tiempo está cambiando.

Así lo dijo:

«La pintura es una aventura, es mi compañera, me puede pasar todo, pero la que siempre va a permanecer y estará como mi conciencia es ella». Alejandra Villegas

En voz de Fernado Megías Menargues:

«Estamos ante la obra de una pintora en la que la realidad física que le rodea y ese mundo de sueños que la distorsiona, es el punto de fricción creativa que envuelve su obra. Siempre preocupada por su formación, es en el viaje donde Alejandra Villegas amplia y da forma a esa sed de conocimiento que la inunda. Su mirada atenta y profunda observa las pinturas de los grandes maestros del arte, y extrae de sus obras ese aliento tan necesario para el artista. Su curiosidad hace que su pintura sea más ecléctica de lo que el mundo de las modas y los dogmas desearía. El estilo es la actitud, sería su premisa.

Al contemplar su trabajos nos adentramos en un mundo en el que lo mágico y lo cotidiano se mezclan sin solución de continuidad, y de esa simbiosis nacen los personajes que pueblan sus obras. Su sentido del color la fuerza con que lo plasma a través de la amplitud y precisión de su pincelada hacen de sus trabajos un todo armónico, construido sobre esa sólida base arquitectónica que forman las líneas maestras en la que sostiene toda buena pintura y en la que confluyen con naturalidad, cobrando una importancia similar, esos personajes y objetos que pueblan sus obras. La obra de Alejandra Villegas nos habla de la ternura a través del misterio de los sueños, de ese misterio que es en realidad el ser humano.

Conózcala:

Nació el 19 de diciembre de 1977 en Oaxaca de Juárez, Oaxaca.

Formación académica: En el año 1997 tomó un curso intensivo de pintura, impartido por el maestro Roger Von Gunten, en el Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, Oaxaca.

En 2001 realizó un viaje de investigación artística en París y Barcelona. 2003 participó en el curso de litografía IAGO, impartido por el maestro Per Anderson, Oaxaca. 2004 Curso de Fresco, Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, de Oaxaca. 2006 participó en el curso de Autocrítica, impartido por Magali Lara, Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca. 2005 cursó el diplomado en Historia del Arte Mexicano Siglo XI, Biblioteca Francisco de Burgoa, Centro Cultural Sto. Domingo de Guzmán.

Participó en el curso de dibujo impartido por el maestro Gilberto Aceves Navarro, Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en Georgia, USA, Madrid, España, San José, Costa Rica, San Miguel Allende, Guanajuato, Ensenada, Baja California, Puerto Vallarta, Jalisco, México, Distrito Federal, Chihuahua, Monterrey, Nuevo León, entre otros.

Fuente: http://www.noticiasnet.mx/portal/oaxaca/171570-vertiente-creativa-alejandra-villegas

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